jueves, 4 de noviembre de 2010

BALISTICA FORENSE POLICIAL (II).

   ... existen otros mecanismos que, aunque NO SON REPRODUCIBLES, es posible que aparezcan en algunos casos, por lo que no podemos ignorarlos:

   • Parada psicológica / emotional fainting: como consecuencia de la educación, lo que han visto en el cine y leyendas urbanas, muchas personas creen que cuando se recibe un disparo, lo natural es colapsarse. Por esto, algunos sospechosos han muerto incluso tras recibir heridas mínimas o en zonas no vitales, incluso sin recibir daño alguno.
   Una persona aprensiva consciente de que le van a disparar, puede reaccionar incluso al sonido del arma. En este supuesto también influye la percepción del dolor. El problema de este mecanismo es que no podemos predecirlo. En el capítulo 2.7 de este manual se relatan varios casos de sospechosos que no mostraron en absoluto signos de reducción de actividad por esta causa.
   Según los datos que hemos analizado, deducimos que para que aparezca este mecanismo, se necesitan varias condiciones:
     – El blanco debe ser consciente de que le han disparado, ya sea por observar al tirador, o por percibir el dolor.
     – El sujeto no puede estar bajo los efectos de drogas, alcohol, estados pasionales o sufrir patologías mentales.
     – Debe aparecer un estado involuntario de reducción de actividad, bajada de tensión sanguínea o desmayo asociado.
   Como hemos comentado con anterioridad, este factor no es reproducible, y no debe ser un criterio a tener en cuenta en el momento de seleccionar munición policial.
   • Shock neurológico:
     Como comentamos en al capítulo anterior, los experimentos con explosivos en agua llevaron a pensar que las ondas de presión se transmitían de igual forma en el cuerpo humano, ya que su composición es en un 90 % de este líquido.
     A este fenómeno se le denominó shock hidrostático o efecto hidráulico.
     Esta teoría se ha reforzado a lo largo del tiempo gracias a experimentos como disparar sobre recipientes llenos de agua. La energía del proyectil se transmite al líquido y el recipiente estalla con gran espectacularidad.
     El problema es que el cuerpo humano no es un líquido, ni siquiera contiene líquido, sino que es un sólido, por tanto la energía o bien es absorbida por el tejido o se transforma en calor, pero no ocasiona un efecto sistémico como se pretende (por ejemplo, la energía de un impacto en el pié no se transmitiría a TODO el organismo colapsándolo) 
     Otra variante de esta teoría se refiere a la onda de presión sónica, en el caso de que disparemos con un proyectil supersónico.
     La idea de que la onda supersónica causa daños al tejido no ha podido ser demostrada, y, como comentó Fackler, hay tratamientos por ultrasonidos (destrucción de cálculos renales, por ejemplo), en los que las ondas son de mayor frecuencia y se aplican continuamente, hasta 2000 veces por sesión, sin que el paciente sufra daño alguno.
   • Knock Down Power:
      Uno de los mitos más recurrentes acerca de la balística de efectos es el Knock Down Power, o que un proyectil posea la fuerza suficiente para “tumbar” o “proyectar” a un ser humano.
      Esto ha sido alimentado por las producciones de cine, donde una imagen muy común es el delincuente cayendo hacia atrás (normalmente contra una ventana acristalada) tras recibir el impacto.
      El origen de este error es una confusión de conceptos físicos. La magnitud que generalmente se asocia a la potencia de la munición es la Energía Cinética ( Ec), cuya fórmula es ½ m x v2. Esta es una magnitud escalar, no tiene dirección en el espacio., y es proporcional al cuadrado de la velocidad.
      Pero en realidad, la magnitud que refleja la fuerza que el proyectil transmite al blanco es el momento, cuya fórmula es m x v. El momento es vectorial, es decir, tiene una dirección en el espacio, y es proporcional a la velocidad: si se dobla ésta, se dobla el momento.
       Para ilustrar esta diferencia, podemos considerar un camión de 1000 Kg desplazándose a 1 m/s, y una esfera de 1 Kg que vuela a 1000 m/s. Inconscientemente, todos consideraríamos que la esfera es mucho más peligrosa si nos ponemos en su camino. Pero si hacemos los cálculos obtendremos una conclusión diferente:
                Momento camión: ( 1000 Kg) x ( 1 m/s): 1000 Kg m/s.
                Energía cinética camión: (0.5) x ( 1000 Kg) x ( 1 m/s)2: 500 julios.
                Momento esfera: ( 1 Kg) x ( 1000 m/s): 1000 Kg m/s.
                Energía cinética esfera: ( 0,5) x ( 1 Kg) x ( 1000 m/s)2: 500.000 julios.

       Los dos tienen el mismo momento, es decir, los dos moverían el blanco con la misma fuerza, a pesar de que la esfera posee 1000 veces la energía cinética del camión.
       También podemos hacer el cálculo sobre un hipotético sujeto que recibiera el impacto de una posta, para ver si realmente ésta podría desplazarlo.
        En nuestro experimento, no habrá fricción para impedir el movimiento del blanco (cosa que no ocurriría en la realidad).
                Calculamos el momento p: mv
        Antes de que la posta impacte, el momento del blanco es 0, ya que está inmóvil. Así que sólo debemos considerar el movimiento de la bala.
        Tras el impacto, la masa del proyectil y la del blanco se unen, así que también los consideraremos como un todo.
        Expresaremos las condiciones antes del impacto como p1, y las misma tras él como p2.
                 Así: p1= p 2.
         Por sustitución: m2 v2 = m1 v1
         Para calcular la velocidad tras el impacto, despejamos v2 = (m1/m2) v1. Observamos que la velocidad de la víctima es proporcional a la relación entre la masa del proyectil y la de la víctima.
         Si tomamos como masa del blanco 80 Kg, y la de la posta 0.0318 Kg a una velocidad de 486 m/s, obtendremos:
                 V2 = ( 0.0318) / ( 80) x ( 486) : 0.193 m/s.
          El blanco sería propulsado hacia atrás con una velocidad de 0.4 millas por hora, cuando un hombre camina a una media de 4 millas por hora.
          Por tanto, la teoría de que el blanco será despedido hacia atrás, es falsa. No obstante, sí sería posible desplazarlo usando ciertas municiones antidisturbios, que quedan fuera del estudio (proyectiles de arma corta).
                  Munición tipo Beanbag calibre 12/70
           La única explicación para que un ser humano caiga en una dirección determinada tras recibir un impacto, es una violenta contracción muscular ocasionada por causas psicológicas, pero no se ha podido demostrar que esto ocurra, ni que sea reproducible.
    Mecanismos por los cuales se anula la actividad corporal:
       Ya hemos visto cómo podemos dañar los tejidos del cuerpo. Pero además de la cantidad, también influye la calidad de los tejidos que destruimos, ya que de esto dependerá el resultado que vamos a obtener (la parada).
       Para causar la incapacitación de un ser humano, es necesario provocar un daño concreto a unos órganos concretos. Hay dos mecanismos principales para causar la muerte:
         • Daño al Sistema Nervioso Central:
           Un proyectil que dañe el tejido cerebral o la parte superior de la médula espinal causará un cese de actividad casi instantáneo. Para ello es preciso dañar el tejido, no basta con alcanzar zonas adyacentes (un disparo en la cabeza que no penetre la bóveda craneal, no es válido).
           Hablamos de actividad consciente, ya que aunque el individuo pierda la acción volitiva, es un hecho bien conocido que sujetos impactados en el cerebro siguen moviéndose espasmódicamente unos segundos. También se puede producir un disparo si el sospechoso tiene el dedo en el gatillo, ya que el dedo se contraerá sobre éste.
           La única forma de evitar esto es destruir una zona concreta del cerebro denominada mesencéfalo. En la ilustración aparece el mesencéfalo sombreado en amarillo
           En EEUU, los tiradores de élite policiales practican apuntando a esta zona, para resolver supuestos en los que el sospechoso tiene a un rehén y le apunta con su arma a la cabeza. La disrupción del mesencéfalo produce el cese de actividad instantáneo, incluso de las acciones reflejas. Aunque el delincuente tenga el dedo en el gatillo, no será capaz de apretarlo. Para alcanzarlo, hay que apuntar al labio superior, ya que es aproximadamente a la altura que se encuentra.
        • Pérdida de sangre:
           Es la segunda causa de incapacitación. Por supuesto, no es instantánea. La función del sistema circulatorio es transportar oxígeno a las células, entre ellas las del cerebro. Para enviar un flujo suficiente de oxígeno al cerebro, hay que mantener una cierta presión. Si el individuo pierde más del 20 % de su sangre, esta presión será insuficiente y las células del cerebro empezarán a morir.
           Un sujeto de 70 Kg. tiene un ritmo de bombeo cardiaco de 5.5 litros por minuto. Su volumen sanguíneo será de 60 ml por kilo, o 4200 ml. Asumiendo que su ritmo cardiaco se dobla bajo estrés, el flujo puede cifrarse en 11 litros por minuto. Si el proyectil destruye el corazón o un vaso mayor como la aorta o la femoral, tardaría 4,6 segundos en perder el 20% del volumen de sangre. (Imagen: Principales estructuras cardiovasculares). Por ello, tradicionalmente se ha recomendado apuntar al corazón como órgano vital por excelencia. Es cierto que la destrucción del corazón anulará instantáneamente el suministro de sangre al cerebro , pero hemos de tener en cuenta que con el oxígeno que ya contiene en el momento del cese, el SNC puede mantener una actividad consciente al 100% durante 40 segundos (es decir, puede seguir disparando). También resaltar que daños en vasos secundarios reducirán considerablemente el ritmo de sangrado, ya que el cuerpo dispone de mecanismos compensatorios, y que los tejidos circundantes presionan los bordes de la herida.
         • Órganos no vitales:
            Aunque causen un cierto dolor, no tienen por qué incapacitar al sospechoso.
         • Estructuras óseas:
           Un hueso importante en el tema que nos ocupa es el de la cadera. Si la munición que usamos dispone de la suficiente potencia para fracturarla, el blanco no será capaz de mantenerse en pie. Esto es vital si tenemos a un sujeto avanzando hacia nosotros con un arma blanca. De hecho, algunos instructores americanos (Applegate), recomendaban apuntar a la altura de la hebilla del cinturón cuando mantengamos a un sospechoso a punta de pistola. A esta altura tendremos en la línea de visión la zona de la cintura (donde es más probable que oculte un arma), y si nos ataca, podremos comprometer su movilidad rápidamente. Se acepta que el .38 Special y el 9mm Luger son el umbral mínimo necesario para conseguir le fractura de los huesos planos con una cierta seguridad.
    2.3: Estudios del Doctor Martín L. Fackler:
           El Doctor Martín L. Fackler, médico forense, es el máximo representante de la escuela forense de la balística de efectos. Sus investigaciones se basan en la realización de autopsias y tests de gelatina, en oposición a la aproximación de Marshall y Sanow respecto al análisis de casos documentados. Fackler sirvió como médico en la Guerra de Vietnam, donde desarrolló el concepto de “perfil de herida” (wound profile), como método para mostrar gráficamente la acción del proyectil en el tejido.
(Imagen: Perfil de herida de un proyectil calibre .38 Special de 158 grains, mostrando las cavidades temporal y permanente, la penetración total y la expansión del proyectil.)
           También fue el primero en introducir la práctica de calibrar la gelatina balística con un perdigón esférico, sin la que el test resulta inválido, así como el uso de material al 10 % y a 4 grados centígrados como mejor simulador de tejido blando. El uso de gelatina balística es uno de los experimentos más comunes actualmente para medir los efectos de los proyectiles, aunque debemos tener en cuenta dos cuestiones importantes:
            • Para que el resultado sea válido, la concentración de soluto en la disolución y la temperatura deben ser los adecuados. Estamentos como el National Institute of Justice norteamericano y la OTAN han empleado proporciones equivocadas, y por consiguiente sus experimentos son inútiles.
            • La gelatina al 10 % y a 4 grados centígrados simula muy fielmente la consistencia del tejido muscular humano, pero NO ES EXACTAMENTE IGUAL, por lo que nunca hay que afirmar categóricamente que el proyectil reproducirá al 100 % su comportamiento en la gelatina cuando le disparemos a un sospechoso. (Imagen: Test de gelatina realizado con un proyectil calibre .40 Smith and Wesson de 180 grains. La zona oscura se corresponde con la supuesta cavidad temporal que produciría en el tejido muscular del sujeto impactado). A continuación describiremos la elaboración de un bloque de gelatina según el método del Doctor Fackler.
     1.Primero necesitaremos 1 molde. En la foto se muestra una caja metálica hecha por encargo, con unas medidas de 9 x 10 x 17 pulgadas. También dispondremos de 2 cubos de 5 galones y 2,22 kilos de gelatina.
     2.Otro equipo necesario incluirá un taladro (o batidora industrial), guantes, una balanza, una jeringuilla, botellas de 1 litro, 1 termómetro, ácido priopícnico y una nevera capaz de enfriar hasta los 4 grados centígrados.
     3.Primero calentamos el agua el agua hasta unos 60 grados centígrados. Para el tamaño de nuestro molde, necesitaremos unos 20 litros, 10 en cada cubo.Mezclado con los 2,22 kilos de gelatina, dará el volumen total del molde.
     4.Hay que medir la temperatura del agua con el termómetro para comprobar que está lo más cercana posible a 60 grados centígrados
     5. Una báscula graduable será útil para controlar la cantidad de gelatina usada.
     6. Medimos la cantidad de polvo de gelatina.
     7. Aquí tenemos ¼ del total de gelatina, habrá que usar 2 de estos para cada cubo.
     8. Vertemos la gelatina en el agua mientras removemos con el mezclador a media velocidad. Si lo ponemos a máxima velocidad, se pueden formar burbujas de aire, o esparcir la gelatina antes de que se mezcle con el agua.
     9. Debemos mezclar la gelatina a media velocidad. Cuando todo el polvo se haya disuelto, continuaremos de 3 a 5 minutos para asegurarnos que todas las partículas de gelatina se hidratan.
   10. Después repetimos el proceso con el otro cubo.
   11. Si la gelatina no se va a usar en un par de días, se solidificará a no ser que usemos un inhibidor. Uno de los mejores es el ácido priopícnico, pero hemos de tener cuidado dada su toxicidad.
   12. 5 mililitros de ácido por 10 litros de agua será suficiente. Después de echar el ácido, mezclamos de nuevo durante 5 minutos a velocidad media. Tras esto, la gelatina tiene que reposar durante 4 horas a temperatura ambiente.
   13. Tras reposar, traspasamos la gelatina al molde, que previamente hemos pulverizado con un lubricante de base de silicona, para facilitar el desmoldado.
   14. Decantamos los dos cubos en el molde y lo dejamos reposar un par de minutos, retirando la espuma de la superficie con una cuchara.
   15. Entonces debemos enfriar el bloque a 4 grados centígrados durante al menos 24 horas.
   16. Cuando la gelatina se ha solidificado, se puede retirar del molde.Podemos verter un poco de agua caliente en el exterior del molde para facilitar el proceso.
   17. Tras desmoldarlo, dejamos reposar un par de minutos para que la zona exterior que se ha derretido, se solidifique de nuevo.Si no lo vamos a utilizar inmediatamente, lo mantendremos en ell frigorífico a 4 grados.
   18. Justo antes de disparar el proyectil a testar, debemos calibrar el bloque disparando un perdigón esférico calibre 4,5 mm a 590 pies por segundo y midiendo la penetración.
   19. El perdigón de calibración es absolutamente necesario para comparar unas pruebas con otras.

   La gelatina se usó por primera vez en 1921, y en principio se extraía de huesos, piel y otros tejidos. Lo que ha variado a lo largo de los años es la concentración y forma de interpretar los resultados de los experimentos. Por ejemplo, debido a la falta de medios, algunas agencias han utilizado gelatina a 20 % y a 10 grados centígrados. En la actualidad existen protocolos diseñados para estandarizar los tests, ya que de no hacerlo, sería imposible comparar unos disparos con otros. Un ejemplo es el del INS norteamericano, que establece lo siguiente:
      Tamaño del molde: 6” X 6” X 16 “. Concentración: 10 % a 130 grados Fahrenheit. Calibración: perdigón calibre .177 ( 4,5mm), velocidad inicial 600 pies por segundo, disparado a 10 pies de distancia. Penetración entre 3.25 y 3.75 pulgadas. Tipos de tests: A gelatina descubierta. B gelatina cubierta de ropa gruesa. C gelatina cubierta de aglomerado. D gelatina a través de parabrisas de coche angulado. E gelatina cubierta de chapa de acero de 12 mm. A cada uno de estos tests se les aplica una variable: A 20 %, B 40 %, C 10 %, D 20 % y E 10 %. Penetración: debe ser entre 9 y 15 pulgadas. Medida de daños en los tejidos: se mide en las primeras 12 pulgadas. Número de disparos: 5 para cada carga y media. Se mide peso, calibre, velocidad, tipo, energía cinética, retroceso, expansión, penetración del proyectil primario o fragmento mayor, longitud de la cavidad temporal, ancho de la cavidad temporal, media de la cavidad temporal, volumen de la cavidad temporal, penetración de fragmentación activa y penetración de fragmentación pasiva. Un factor muy importante a la hora de valorar los resultados es que la piel posee una resistencia elástica mayor que el músculo, equivalente a 2 pulgadas de gelatina en la zona de entrada y a 4 en la de salida. Respecto a la penetración mínima suficiente, Fackler pide de 12,5 a 14 pulgadas, y el F.B.I. de 12 a 18. Esto es debido a que el F.B.I. supone que el adversario tiene el antebrazo cubriéndole la zona de impacto. Hemos de señalar que, aunque la gelatina no es el material perfecto para este tipo de pruebas, es mucho mejor que otros materiales utilizados anteriormente como arcilla, jabón o listines telefónicos mojados, que al no ser elásticos, exageran la cavidad temporal o simplemente estallan. Además de la implantación de los tests de gelatina, al Dr. Fackler se le atribuye una lucha activa contra ciertas escuelas de balística, sobre todo la representada por Marshall y Sanow. Lamentablemente, este enfrentamiento se radicalizó de tal forma que Fackler llegó a adoptar una actitud extremista, hasta el extremo de defender conclusiones erróneas, con tal de desacreditar a M y S. Fackler ha sido la cabeza visible de la International Wound Ballistics Association y del Letterman Army Institute of Research, a través del cual publicó uno de sus artículos más importantes: “What´s wrong with the wound ballistics literature and why”, aparecido en Julio de 1987.
     En él, se critican varios de los preceptos con los que este autor está en desacuerdo:
           • “ Idolatría de la velocidad”: Según Fackler, las cavidades temporales de gran tamaño se han observado desde siempre, no son exclusivas de los proyectiles de alta velocidad. La munición usada por Kocher a principios del Siglo XX en el fusil Vetterli a 414 m/ s producía una gran cavidad temporal. (Imagen: En Vietnam, no se comprendió correctamente el mecanismo lesivo de la munición de 5,56 mm del fusil M 16. En vez de atribuirse a la fragmentación, se entendió que la cavidad permanente se debía a la onda supersónica). De hecho, hasta mediados de los años 90 no se describió exactamente este efecto.
           • Exageración de la cavidad temporal: En 1971, Amato escribió que la cavidad temporal es 30 veces el diámetro del proyectil. Para ilustrarlo, mostró la fotografía de la cavidad temporal causada por una esfera de 6,4 mm disparada a 914 m/s a través de la pierna de un perro anestesiado. No incluyó ninguna escala en la foto, pero mediciones posteriores lo establecen en unas 11 veces, no 30. Los experimentos de Fackler con una esfera de 6 mm a 1000 m/s produjeron una cavidad 12,5 veces mayor. La mayor exageración aparece en “High velocity missile wounds”, de Owen Smith. En ella aparece la fotografía de un colon de cerdo impactado por un proyectil a 770 m/seg. Smith declaró que existía necrosis en unos 20 centímetros alrededor de la herida. Fackler demostró que la foto estaba trucada: el proyectil era de mayor calibre que el declarado, y la herida había sido manipulada.
           • Volteo del proyectil en vuelo: un proyectil bien construido no se aparta de su senda de vuelo más de 3 grados ( siempre que el paso de vuelta del estriado sea el adecuado). Hopkinson y Marshall en 1967 publicaron un estudio exagerando este fenómeno hasta los 30 grados. El NATO Handbook Emergency War Surgery de 1975 adoptó sus diagramas, debiendo rectificar posteriormente. Sin embargo, prácticamente todos los proyectiles tipo cola de bote y algunos de los redondeados, voltean 180 grados al penetrar en el tejido. Esto es debido a que el centro de gravedad se encuentra retrasado respecto a la estructura del proyectil. En vuelo, el efecto giroscópico del rayado mantiene estabilizado el proyectil. Si embargo, al cambiar a un medio de diferente densidad, como es el tejido, el centro de gravedad tiende a pasar adelante, haciendo voltear el proyectil. Este fenómeno aparece a diferentes profundidades según el calibre de que se trate:
                   El 7,62x39 soviético comienza a voltear a 25 cm. El mismo calibre fabricado en Yugoslavia lo hace tras penetrar 9 cm.
                   El 5,56x45 M855 y M196 lo hacen a 12 cm, con fragmentación.
                   El 5,45x39 soviético voltea a los 7 cm.
                   El 7,62x51 NATO lo hace a los 16 cm. En la ilustración se muestra la gran fragmentación experimentada por la munición fabricada en la antigua R.F.A.
           • Transferencia de energía: toda la energía no causa daño al tejido. Hay componentes de ésta que no influyen, como la onda sonora de presión, calentamiento, calentamiento del proyectil, deformación del mismo, y movimiento transmitido al blanco. La forma más común de medición de la energía es cronometrar el proyectil antes y después de atravesar un bloque de gelatina de 15 cm, y cuantificar la pérdida. Sin embargo, en los proyectiles que sufren fragmentación, como el .223, este sistema no es válido. La negación por parte de Fackler del efecto de la energía ( como causante de la cavidad temporal) es su gran error, y el resultado de su obcecación por negar los postulados de Marshall y Sanow. Es cierto que no existe un mecanismo mágico en el que la energía produzca un shock neurológico, pero también lo es que el efecto de la cavidad temporal en órganos no elásticos como el hígado o el cerebro, tiene efectos de destrucción de tejido. Finalmente, Fackler reconoció que proyectiles de gran energía pueden producir 2 efectos:
              Contusión de las vértebras, transmitida a su vez a la médula espinal y causante de parálisis temporal.
              Destrucción de tejidos blandos siempre que se exceda el límite elástico de los mismos, que es de 1 a 4 Mpa ( 145 a 580 libras-pie/ pulgada cuadrada). Aunque hay que tener en cuenta que la mayoría de los calibres de arma corta no alcanzan 1 Mpa.
            • Recomendaciones para la selección de munición: Fackler se obstina en afirmar que la energía cinética y la cavidad temporal no hieren. En cambio, recomienda las municiones que ofrezcan mayor penetración ( para alcanzar los órganos vitales), y cavidad permanente ( es decir, grandes calibres).

CONCLUSIONES:
            • El Dr. Fackler tiene el gran mérito de incluir el método científico en el estudio de la balística de efectos, mediante un experimento que aún hoy en día se considera el mejor simulador de tejido humano: la gelatina balística calibrada.
            • Sus recomendaciones acerca de los parámetros más importantes de la munición son posiblemente los más adecuados, ya que se ciñe a los 2 efectos objetivos: penetración y cavidad permanente. El primero permite alcanzar los órganos vitales, y el segundo los destruye al crear el proyectil un canal de su mismo diámetro a través de él.
             • Sin embargo, existen evidencias de que la cavidad temporal causada por la transferencia de energía también puede causar daños de diferente naturaleza en el organismo, y que no pueden ser ignorados.
                                                                                                                                   .../...


 
por Pedro Pablo Dominguez

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